ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-35783-2001

4.3.1 Ontologías: Representaciones independientes de la lengua

La noción de ontología cuenta con una larga historia en filosofía, donde la disciplina de la Ontología trata de dar cuenta de manera sistemática de la Existencia. A menudo también se ha confundido con la disciplina de la Epistemología, que versa sobre el saber y el conocimiento.

En el ámbito de la Inteligencia Artificial (IA), lo que "existe" es lo que se puede representar. Como ya se señaló en §4.3, cuando el conocimiento de un dominio se representa gracias a un formalismo declarativo, el conjunto de objetos que se han representado se denominan el universo del discurso (UoD). Este conjunto de objetos, y las relaciones descriptibles entre éstos, se reflejan mediante un vocabulario representacional con el que un programa representa el conocimiento. Por lo tanto, en el contexto de la IA podemos describir la ontología de un programa si definimos un conjunto de términos representacionales. En esta ontología, las definiciones asocian nombres de entidades con el universo del discurso (p. ej. clases, relaciones, funciones y otros objetos) por medio de texto que puede ser leído y que describe lo que significan los nombres y los axiomas formales que restringen la interpretación y velan por el buen-uso de estos términos. Formalmente, una ontología es la afirmación de una teoría lógica.

Si hablamos de compartir conocimiento, utilizaremos el término ontología para referirnos a una especificación de la conceptualización. Es decir, una ontología es una descripción (lo que una especificación formal es a un programa) de los conceptos y relaciones que existen para un agente o una comunidad de agentes. Esta definición de ontología es consistente con el uso de una ontología como grupo de definiciones conceptuales, pero más general.

Se ha estado trabajando sobre el diseño de ontologías teniendo como fin posibilitar el intercambio y reutilización del conocimiento. En este contexto, una ontología es una especificación utilizada para cumplir compromisos ontológicos. Aunque no es la única manera de especificar una conceptualización, disfruta de algunas propiedades para el intercambio de conocimiento entre el software de IA (semánticamente independiente del lector y del contexto). Prácticamente, un compromiso ontológico es un acuerdo al que se llega para utilizar un vocabulario de manera que sea consistente en lo que se refiere a la teoría especificada en una ontología.

In short, a commitment to a common ontology is a guarantee of consistency, but not completeness, with respect to queries and assertions using the vocabulary defined in the ontology (Viegas, E., Mahesh, K. y Nirenburg, S. 1999: 12).

Se diseñan ontologías para que se pueda intercambiar conocimiento con y entre estos agentes. Una ontología se convierte, pues, en un tipo de recurso independiente de la lengua que sirve de punto de encuentro entre dos o más lenguas, permitiendo una conceptualización muy concreta, ya que debe ser hecha explícita de forma detallada. De ahí que uno de los campos de aplicación más directo haya sido, hasta la fecha, el de la TA. Una representación formal de la estructura conceptual del lenguaje, y por lo tanto ajena a la lengua de trabajo, hace que el trasvase de conocimiento de una lengua a otra sea mucho más preciso al mismo tiempo que fluido.

Además de la aplicación en el campo de la TA, el diseño ontológico también cuenta con una creciente aceptación en el ámbito de la gestión terminográfica. Gracias a la ontología se puede hacer explícita, entre otras, la orientación onomasiológica característica de la compilación terminográfica así como la perspectiva desde la que se ha abordado el trabajo terminográfico, ya que ésta se verá reflejada en la estructura de la propia ontología (Cabré 1999a: 144).

Aunque, en principio, la noción de ontología es aplicable en el ámbito de la terminografía, debemos señalar que no todas las ontologías son útiles para este fin. En función del tipo de conocimiento que se haya decidido adquirir, formular y estructurar de acuerdo con unos principios, enmarcados dentro y fuera de la estructura ontológica, así como la forma de representar dicho conocimiento, hacen que una ontología sea idónea para su uso terminográfico o no. Mahesh (1996: 48) entiende que hay distintos enfoques en la literatura especializada y los aglutina y clasifica en función de lo que les mueve a decidir qué conceptos adquirir.

Según este autor, existen principalmente cinco grandes grupos: (i) el modelo enciclopédico, donde se pretende capturar el significado enciclopédico más que el conceptual tal y como se hace en la base de conocimiento Cyc (Lenat y Guha 1990); (ii) el modelo orientado al análisis del dominio, cuyo objetivo es cubrir dicho dominio (normalmente pequeño) lo mejor posible, de manera que peculiaridades o premisas del mismo pueden constituirse en pilares y partes integrales de la ontología. Se trata de sistemas basados en el conocimiento muy pragmáticos, y que abogan por modelos del mundo sin reconocer ninguna otra fuente de conocimiento Como consecuencia, la ontología resultante puede que sea de gran utilidad, pero exclusivamente para el mencionado dominio (Farwell et al. 1993); (iii) el modelo orientado a la tarea; (iv) el modelo que se centra en el lexicón; (v) el modelo centrado en lo formal, en el que se prima la posibilidad de mantener en la base de conocimiento resultante el orden y la claridad formal (Gruninger 1995; Guarino 1995).

En el mundo de las ontologías no existen verdades absolutas, ya que éstas son entidades construidas artificialmente, que se crean, no se descubren. Esta es la razón por la que se sugieren tantos modelos de bases de conocimiento. Ninguno de los enfoques descritos brevemente nos sirven para nuestro propósito; bien son demasiado limitados, estrictos y formales o, todo lo contrario, amplios, flexibles y en nuestro caso concreto, inabarcables. La opción es trabajar con una ontología negociada entre las distintas partes involucradas, cuyo contenido esté en un formato que permita el intercambio de conocimiento no sólo experto; una ontología meramente pragmática y adaptada a nuestras necesidades, y que cubra, por supuesto, buena parte del léxico general. Esta opción nuestra se encuadra de lleno en el concepto de Situated Ontology, concepto retomado por el equipo de MikroKosmos (Mahesh y Nirenburg 1995b).

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